Cause we never go out of style: la moda en la Unión Soviética entre 1956 y 1967
El “corto siglo XX”, como fue bautizado por Eric Hobsbawn, es un periodo cargado de interminables eventos, procesos y personajes que moldearon el mundo de nuestros días. Por esta razón, la década pasada sigue siendo una enorme fuente de curiosidad e inspiración para muchos historiadores; sin embargo, es también la razón por la que es simplemente imposible abarcar la totalidad del periodo en quince semanas de cursada sin verse en la necesidad de hacer un recorte. Es por esto por lo que eventos como el II Encuentro de Investigación de Historia y Ciencias Sociales, organizado y coordinado por Victoria Bussmann, invitan a los alumnos de la Universidad Torcuato Di Tella a investigar, escribir y exponer sobre algún tema de interés que haya ocurrido este corto e inabarcable siglo XX.
Yo decidí hacer mi investigación (Back In The USSR: La moda soviética en la construcción del ciudadano soviético (1956-1967)) sobre moda en la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría. Mi trabajo habla sobre cómo la moda soviética tuvo un rol fundamental en la construcción del nuevo hombre soviético, una figura muy discutida durante los tiempos de Nikita Kruschev. Es por esto por lo que el recorte histórico que hago comienza con la llegada de Kruschev al poder en 1956, ya que hubo una serie de cambios políticos, económicos, sociales y culturales que son claves para entender el nuevo rol de la moda en el contexto doméstico; también su rol en un campo de enfrentamiento más pacífico entre el bloque comunista y el bloque capitalista. En la URSS se vivían tiempos de cambio, de deshielo. Kruschev veía la necesidad de una renovación de los valores comunistas en pos de reactivar a la población soviética en términos políticos y hacerla reconectar emocional y psicológicamente con los ideales y valores comunistas. Con la renovación del Estatuto del Partido en 1958, Kruschev plantea los nuevos lineamientos para la utopía comunista del porvenir. Este sueño requería de dos factores fundamentales: una buena base tecnología y la construcción de un nuevo hombre soviético. Este último era entendido como “una combinación armoniosa de rica espiritualidad, pureza moral y perfección física”.
Es en este contexto en el que también son cada vez más intensos los debates sobre qué debía simbolizar la moda soviética. Para la época en la que Kruschev había llegado al gobierno, la industria de la moda soviética ya había llegado a su mayor punto de institucionalización, es decir, estaba completamente cooptada, organizada y manejada desde el Estado central en términos materiales, creativos y de formación de diseñadores. En estos espacios se planifican las tendencias de las próximas temporadas, se creaban los patrones de diferentes prendas, se decidía qué prendas iban a ser destinadas para la producción en masa y cuales se mandaban a los atelieres, etc. Pero particularmente estos fueron los espacios en los que se llevaron a cabo discusiones concretas sobre qué tenía que representar la moda soviética. Desde el principio, se la intenta definir desde las antípodas de lo que se creía que era la moda capitalista o la moda burguesa. La moda soviética se suponía que debía servir a todos los hombres por igual y por lo tanto su carácter democrático era fundamental. Debía ser simple, elegante, útil, práctica y proletaria, a diferencia de la moda burguesa que era considerada extravagante, excesiva y poco práctica. Sin embargo, plasmar estos lineamientos conllevó sus dificultades, no porque esta selección de valores particulares significase un limitante en términos creativos; al fin y al cabo, el consenso sobre ellos era general. El problema radicó en la falta de algún tipo de lineamiento general por el cual los diseñadores pudieran guiarse para formular y canalizar la esencia de esta moda soviética, y que fuera claramente distinguible de la moda burguesa. Por esta razón, era común que los diseñadores soviéticos tomaran inspiración (o directamente copiaran) de las casas de moda parisinas como Chanel y Christian Dior (lo cual no es casualidad; ambas son casas de moda que históricamente son conocidas por la simpleza y elegancia de sus diseños, entre otras cosas); simplificaron el diseño de las para hacerlos más aptos a los valores de la moda soviética.
Esta curación de lo que significaba la moda soviética estuvo acompañada por la creación de una concepción del “buen gusto”, que no solo es promocionado para ayudar a la aceptación de estas prendas fabricadas en la URSS, sino que también formó parte de la construcción del Nuevo Hombre Soviético. De esta manera, a través de revistas, desfiles, convenciones (por ejemplo la Convención Internacional de Ropa celebrada en Moscú en 1967, donde podemos ver finalmente el resultado más aclamado tanto dentro de la Unión Soviética como fuera de ella, sobre lo que implicaba la moda soviética) y otros mecanismos de propaganda, la URSS pretendía educar a sus ciudadanos en el ejercicio de este “buen gusto” para que fueran capaces de reflejar en su yo exterior (con la belleza de sus prendas), los valores que los hacían ciudadanos modelos. Debido a la íntima conexión entre la industria de la moda soviética y la construcción de la idea del “buen gusto”, es por lo que le doy crédito al rol de la moda en la curación de este nuevo ciudadano soviético. La moda toma de lleno un papel desde el cual es generadora de identidad y, por lo tanto, de otredad; a partir del cual se distingue un nosotros (el hombre soviético modelo) y un ellos (los stiliagis en este caso). Este ejercicio planificado de la moda, sin embargo, implicó una serie de tensiones entre las lógicas de esta, el sistema de economía planificada e incluso los valores del Estado comunista sovietico, pero para averiguarlas, te invito a leer mi ponencia para el grupo EIHCS.