El Porteño Mugica
Su solidez en la fé católica, en el trato con los demás, en su vocación y en su actividad dentro de los barrios de emergencia más humildes de la ciudad de Buenos Aires, dan testimonio de la persona que fue el Padre Carlos Mugica. Aquí vamos a sintetizar sus primeros pasos en su vocación al sacerdocio, su participación en el “Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”, su vida dentro de los barrios de emergencia ( “Villa 31” actual “Barrio Padre Mugica”), su asesinato en Villa Luro y su legado.
Carlos Mugica nace el 7 de octubre de 1930 en Barrio Norte, Ciudad de Buenos Aires. Realiza la mayor parte de sus estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires y a los 21 años ingresa al Seminario Metropolitano de Buenos Aires, ubicado en el barrio Villa Devoto.
Durante su etapa de seminarista, en la década de los 50’s, comienza a ser testigo en primera persona de la pobreza que hay en el país a partir de diversas misiones que emprende hacia el Chaco; es ahí donde el padre Mugica experimenta la absoluta escasez de recursos, el dolor y la fé sin límites de los que menos tienen. Es en ese momento cuando aprende lo que es salir en busca de las personas, distinto a lo que es celebrar una Misa donde acuden los fieles creyentes ¿católicos?: Mugica aprende a acudir a sus casas, a jugar al futbol los domingos con ellos, a compartir el Evangelio y a ser un mensajero de su fé en la Villa 31 de la capital porteña .
Ocho años más tarde de su ingreso al seminario, fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1959, en la Catedral de Buenos Aires. A principios de la década de los 60 comienza a tener un rol específico como asesor espiritual de diversas juventudes católicas, tanto en colegios como en diversas facultades. Durante esos años de acompañamiento espiritual, Mugica coincide con la tendencia revolucionaria de los años 60, donde el contexto del país pasaba por un período cíclico de proscripciones del peronismo, gobiernos radicales y, especialmente, golpes de estado. En 1967 el Padre Mugica se involucra en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Éste fue una corriente dentro de la Iglesia católica argentina, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia subsiguiente al Concilio Vaticano II con una fuerte participación política y social. El Movimiento se disolvió en 1976, debido al terrorismo de Estado instalado por la dictadura cívico-militar que tomó el poder ese año.
Además de su vida sacerdotal, Carlos también llevaba una vida política cercana al peronismo durante la presidencia de Arturo Illia mientras que Perón seguía exiliado en Madrid (España). Mugica relacionaba las ideas peronistas adaptándolas al evangelio como sermón de los pobres y la vida caritativa. Demás está decir que, como consecuencia de mezclar la Fe con la política, se ganó diversas críticas por hablar de política durante las homilías de las misas en iglesias como la parroquia Nuestra Señora del Socorro. Sumándose a su particular participación, mantuvo diversos encuentros con referentes peronistas como Héctor Cámpora y el propio Perón al momento de su regreso.
A fines de los 60’s y principio de los 70’s, Mugica realizó su mayor labor comunitaria en la Villa 31, donde tuvo un fuerte arraigo y acercamiento con las personas del barrio de emergencia instalado en la zona de Retiro. Durante esos años, el Padre Mugica se involucró totalmente en las preocupaciones económicas y sociales de las familias que vivían en el barrio y tomó un rol social presente para ayudar a las personas con menos recursos. Por otro lado, el país se hundía en la violencia entre grupos de extrema izquierda (ERP, Montoneros) y derecha (Triple A), esto ponía en una situación peligrosa a Mugica debido a que no tomó partida para ninguna de las dos vertientes ideológicas, priorizando la vida dentro del barrio antes que en la disputa de poder cultural y social.
El contexto por el que pasaba el país durante los años 70’s requiere de ser analizado. Durante la presidencia de Alejandro Agustín Lanusse (desde el 26 de marzo de 1971 al 25 de mayo de 1973) la violencia, por parte de las guerrillas y del propio gobierno de facto de aquellos años, estaba supeditada a las directivas políticas. Por un lado, Montoneros, sobre todo en esta época, era un semillero de jóvenes que se acercaban a través del nacionalismo juvenil para pasar a la lucha revolucionaria y veían en Perón a la persona mayormente capacitada para llevar a cabo la revolución. Por otro lado, el ERP veía a través de la figura de Perón al líder que nunca iba a llevar a cabo una revolución de tinte comunista o marxista, lo tomaban como un militar nacionalista burgués que no estaba interesado en llevarla a cabo, por lo que al momento de su regreso, el ERP no pasó a formar parte de la base de apoyo del tercer gobierno peronista. Con el retorno de Perón a la presidencia el 12 de octubre de 1973 se marca un quiebre definitivo entre el gobierno y las guerrillas, las cuales pasan a un plano de clandestinidad donde se enfrentan contra las fuerzas paraestatales de la Triple A, organizadas por López Rega. Perón, por su parte, se mostró distante a las ideas marxistas y revolucionarias de las guerrillas que buscaban moldear las ideas de Perón para concretar lo que por tanto tiempo habían luchado.
A raíz de los enfrentamientos entre estos grupos, el Padre Mugica promulgó la no violencia y el respeto en esos años turbulentos como el 73 y 74. Montoneros, notando el distanciamiento de Mugica, comienza a enviar amenazas al sacerdote por su alejamiento de los guerrilleros pertenecientes al movimiento armado. El sábado 11 de mayo de 1974, el padre Carlos Mugica es asesinado en las puertas de la parroquia San Francisco Solano, en el barrio de Villa Luro.
Hay diversas hipótesis acerca de su asesinato que buscan esclarecer quienes fueron los culpables; por un lado se culpa directamente el accionar de la Triple A, grupo paraestatal comandado por el ministro de bienestar social López Rega que tenía como objetivo combatir contra las guerrillas del ERP, Montoneros, etc. En esta hipótesis, se toma como al autor del asesinato a Rodolfo Almirón, hombre de la Triple A, como el cabecilla del grupo agresor. Por otro lado, puede plantearse que la organización armada de Montoneros fue culpable por el asesinato de Mugica, como anteriormente se comentó, Mugica había sido amenazado de muerte por parte de la guerrilla, al igual que otros defensores del gobierno de Perón en 1974. Sumado a esto, posteriormente al asesinato del sacerdote, se encontraron cartas que Carlos había escrito a su hermano en las que dejaba en claro su temor por las diversas amenazas que había recibido por parte de Montoneros, dejando en claro su posición por defender la no-violencia.
Hoy en día sigue habiendo diversas voces que continúan promulgando una hipótesis o la otra, pero lo cierto es que, y tomando las palabras del arzobispo de Buenos Aires, “Sin lugar a duda su muerte fue consecuencia de su entrega y compromiso. Él vivía con agradecimiento que sus hermanos villeros, le hayan hecho lugar en su vida”.
El padre Carlos Mugica fue, es, y será un ejemplo de entrega por el otro, fue el primer cura villero en el país que supo estar presente para todos los integrantes del barrio y dio su vida por la de los demás. En la actualidad, dentro de la Villa 31, los padres Agustín López e Ignacio Bagattini siguen los pasos de Carlos, como curas villeros, al igual que los demás sacerdotes que viven en barrios de emergencia. Propongo que miremos a Mugica desde una mirada social y religiosa antes que política, porque con su testimonio de fe y acción nos demostró que es mucho más que eso.