Torcuato Di Tella: Pionero de la industria nacional
Torcuato Di Tella dejó una huella imborrable en la historia de la industria nacional. Pero, ¿cómo fue su historia? ¿Como nació SIAM?
Di Tella nació el 15 de mayo de 1892 en Capracotta, un pequeño pueblito ubicado en la región de Molise, en el sur de Italia, siendo el hijo menor del matrimonio conformado por Amato Nicola Di Tella y Annamaria Di Tella.
Los Di Tella emigraron a la Argentina en el año 1894, cuando Torcuato tenía 2 años, debido a la mala situación económica de la familia y un negocio fallido con un molino en su pueblo natal, además del consejo de un primo de su padre, que ya residía en el país. Al llegar a la Argentina, su padre Amato Nicola junto a su tío Salvatore intentarían establecer una pequeña instalación de elaboración de cigarros en la Capital Federal. Pero la situación económica y política que atravesaba la Argentina a mediados y finales de la década de 1890, hizo que tuvieran que cerrar el negocio y la familia Di Tella (salvo Adela, la hija mayor, que contrajo matrimonio y se instaló en Lobería) pidiera ayuda al consulado italiano para regresar a sus tierras natales en el año 1902.
De vuelta en Italia, la familia Di Tella se instaló en el pueblo de Bagnoli, al sudeste de Nápoles, donde vivían modestamente pero con tranquilidad, siendo los propietarios de una masseria (un conjunto de edificios rurales utilizados para granjas). Pero el destino volvió a poner a prueba a la familia con el fallecimiento de Amato Nicola en 1905, el patriarca de la familia. Luego de este suceso, ante la imposibilidad de continuar con la masseria y con las cartas enviadas por sus familiares en la Argentina, los Di Tella volvieron a emprender su retorno al país.
Al llegar a Buenos Aires se instalaron en una casa de la calle Acoyte en el barrio porteño de Caballito. Mientras cursaba sus estudios secundarios, Torcuato mantuvo diferentes empleos para poder ayudar a su familia siendo cajero en una juguetería y siendo cadete para la casa Dell'Acqua. Allí consiguió su primer buen empleo fijo, mientras seguía estudiando en la secundaria, dando todos los exámenes como alumno libre en el Colegio Nacional Mariano Moreno, siendo preparado por su tío Salvatore, quien lo ayudaba a poder estudiar.
Comienzos de SIAM
A fines de 1910, Di Tella finalizó sus estudios secundarios y pronto se le presentó una gran oportunidad cuando conoció a los hermanos italianos Alfredo y Guido Allegrucci, técnicos mecánicos recientemente llegados al país desde Brasil con un modesto capital. El joven Di Tella se asoció con los hermanos Allegrucci con el objetivo de fundar juntos un taller para hacer máquinas amasadoras de pan, aprovechando una reciente reglamentación de la Municipalidad de Buenos Aires que prohibía su laboreo manual a causa de problemas con la higiene. Debido a esto, la ciudad necesitaría de inmediato 700 máquinas amasadoras, y si se sumaba al interior, la demanda estaría incrementada en más de 5000 máquinas.
La idea de los jóvenes empresarios era construir una máquina que resultara superior a aquellas importadas. Di Tella había tenido la idea de que la batea donde se amasaba el pan, en vez de redonda, podía hacerse alargada, con las paletas montadas en un carrito que se fuera desplazando, dando tiempo a la masa a enfriarse, lo que facilitaba toda la operación y mejoraba la calidad del producto. Para dar cuenta de todo este proceso, la flamante sociedad alquiló un local en la calle Rioja 121 el 27 de diciembre de 1910, y comenzaron a fabricar una máquina que se patentó al año siguiente con el nombre Sociedad Italiana de Amasadoras Mecánicas (SIAM).
Para promocionar las máquinas, Di Tella invirtió dinero de su propio bolsillo para anunciar el nuevo producto en la revista del gremio de los empresarios panaderos y pronto las ventas comenzaron a justificar la inversión inicial, incluso sorprendiendo a los hermanos Allegrucci. De hecho, la demanda de máquinas comenzó a superar las capacidades para la producción.
Gran parte del éxito se debía a la forma en que Di Tella promocionaba su producto, recorriendo la provincia de Buenos Aires en un auto comprado recientemente, y volviendo a la Capital Federal lleno de encargos de máquinas por panaderos del interior, lo que producía una gran crisis de nervios en los Allegrucci debido a que dudaban poder cumplir con los plazos prometidos por Di Tella, lo que era grave debido a que la primera cuota ya había sido cobrada. Por este motivo, la pequeña empresa comenzó a ampliarse, comprando nuevas máquinas, contratando nuevos empleados y consiguiendo créditos de los bancos.
Para 1915, cinco años después de su iniciación, SIAM había sido un gran éxito. La alianza con los Allegrucci fue fundamental para los primeros éxitos de SIAM, ya que combinaba la visión innovadora de Di Tella con la experiencia técnica y comercial de sus socios. En agosto de ese año, Alfredo Allegrucci se retiró de la firma.
Semanas después, Di Tella recibió una nota del Ejército Italiano, donde lo convocaban a volver al país para cumplir con el servicio militar, luego de la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial en mayo, ya que de lo contrario sería considerado desertor. Di Tella decidió viajar a Italia y unirse al Ejército, dejando la empresa en manos de Guido Allegrucci.
Debido a su experiencia con maquinarías, Di Tella comenzó a recibir su entrenamiento en la Academia Militar de Turín, donde recibió el rango de Teniente de Ingeniería y fue asignado al Regimiento Primero de Ingenieros. Di Tella estuvo presente en la retirada luego de la Batalla de Caporetto, comandando la retirada de sus compañeros. Al finalizar la guerra, la participación y el comportamiento de Di Tella fue considerado "extraordinario" y recibió tres medallas al mérito.
Regreso al país y expansión de SIAM:
En mayo de 1919, Di Tella regresó a la Argentina, en medio de los conflictos provocados por los distintas huelgas obreras en diferentes, lo que había provocado que el taller permaneciera cerrado por cuatro meses debido a las mismas, aún así Di Tella comenzó a planear diferentes estrategias para la expansión de la empresa.
Al término de la Primera Guerra Mundial, la Argentina entraba en la era del automóvil, llegando a tener un parque automotor tan elevado, en términos de unidades por habitante, como el de los Estados Unidos, lo que significaba una gran demanda potencial de surtidores de nafta y otros equipos para las estaciones de servicio, por lo que Di Tella y Guido Allegrucci empezaron a experimentar en la producción de surtidores basados en modelos extranjeros.
En el año 1923, la SIAM llegó a un acuerdo para explotar las licencias de la Wayne Pump Company, de los Estados Unidos, siendo nombrada agente de esa firma, comenzó a fabricar y armar partes de surtidores. El incremento de la actividad económica de la empresa gracias a la expansión de la producción de las máquinas amasadoras y a la experimentación con los surtidores llevó a la SIAM a ampliar sus instalaciones y gracias a un crédito bancario del Banco Popular Argentino la empresa pudo tomar medidas para instalar una fundición de su propiedad en Barrio Norte.
En esos tiempos, Di Tella había conseguido una concesión de la Municipalidad de Buenos Aires para instalar surtidores de nafta en la vía pública. Di Tella ofreció su permiso a la Shell Mex, empresa petrolera de origen británico, y en base a ello llegó a tener una treintena de surtidores, construidos en parte en su taller y en parte importados. Por otra parte, SIAM empezó una relación comercial con Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la petrolera estatal, que llevó a Di Tella a una estrecha relación con el general Enrique Mosconi, presidente de YPF. La empresa estatal estaba en un proceso de diversificación de sus actividades, incorporando la distribución de kerosene, nafta y diésel. Fruto de esta relación se instaló, en junio de 1923 el primer surtidor de nafta para vehículos, en Avellaneda, fabricado por la SIAM.
En 1925, YPF firmó un contrato con una firma propietaria de una red de distribución de nafta en el interior del país. Mosconi compró surtidores de SIAM para proveer a estas bocas de expendio. A principios del año siguiente, la SIAM firmó un contrato con YPF que establecía la entrega regular de más de 200 surtidores por mes, siendo estos contratos una de las razones principales para ampliar las instalaciones de la fundición, trasladándose en 1928 a la zona de Barracas. Con el trabajo de la fundición la firma amplió sus actividades a otros rubros: así se iniciaron las producciones de hornos, batidoras, y otros accesorios para las panaderías.
El paulatino aumento del negocio de maquinaria de panadería y las crecientes ventas de surtidores de gasolina, tanques y otros equipos para estaciones de servicio aumentaron las ventas netas de alrededor de un millón de pesos en el año en 1924 a más de tres millones doce meses después, desde agosto de 1925 hasta julio de 1926, hasta 4.800.000 en el siguiente año fiscal, y a casi 6.000.000 en el año que finalizó en julio de 1929. Según pedidos de 1927 estaban superando las instalaciones de producción. La fábrica de Barrio Norte y la pequeña fundición de Barracas no tenían mucha más capacidad para poder producir.
Los años 1927 y 1928 encontraron a Di Tella en plena expansión de sus actividades. Debido a desacuerdos con el representante local de Wayne Pump, en 1927 se canceló el convenio con esa compañía y salieron al mercado los surtidores SIAM. También la empresa se transformó en sociedad anónima, luego del retiró de Guido Allegrucci del negocio, con el nombre de Sociedad Industrial Americana de Maquinarias Di Tella Limitada (SIAM), y además realizó la compra de terrenos en Avellaneda para construir una gran planta industrial. Durante el año 1928 se habían creado subsidiarias de SIAM, donde se establecieron importantes fábricas en San Pablo, Santiago de Chile y Montevideo, que con el tiempo se convirtieron en unidades fabriles importantes, sobre todo la paulista. También estableció una filial de compras y ventas en Londres. Las actividades en la nueva planta de Avellaneda se iniciaron en julio de 1929, donde un año después trabajaban ya 367 obreros y unos 20 empleados.
La Gran Depresión y su efecto sobre SIAM
Sin embargo, los tiempos de la euforia expansionista de Di Tella durarían solo unos años. A principios de la década de 1930, la economía Argentina fue duramente golpeada por la crisis económica mundial conocida como la Gran Depresión.
Esta produjo el derrumbe de la industria automotriz, que provocó la reducción de nuevas estaciones de servicio y con ellas eliminó la compra de nuevos surtidores. En el año fiscal 1929-30 a 1930-31, la venta de surtidores cayó en un 50%.
A esto se le agregaba otra dificultad que trajo a los negocios de Di Tella el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen en septiembre de 1930 por el general José Félix Uriburu.
Enrique Mosconi fue despedido de su puesto como presidente de YPF, al igual que todo el directorio de la petrolera estatal. La expansión petrolera de la empresa fue detenida y los contratos con la SIAM fueron terminados. Pero no sólo la venta de surtidores había caído sino también la de máquinas amasadoras, vendiendo solamente un tercio de las que había vendido en los años anteriores, y a eso se sumaban las pérdidas que tenían las sucursales de SIAM en Brasil, Chile y Uruguay. Estos problemas casi llevan a la SIAM a la quiebra.
Para poder parar las perdidas económicas de la SIAM, las cuentas debían ser reducidas y Di Tella tuvo que tomar medidas poco felices que no estaba seguro de adoptar, realizando una baja de sueldos a los empleados entre el 25 y el 30% y despidiendo a otros, también vendió algunas hectáreas de tierra que había adquirido en Avellaneda y cerró sucursales de la empresa en Bahía Blanca, Rosario y Santa Fe. Gracias a esos recortes, el Banco Alemán le renovó el crédito a la empresa.
Frente a esta situación la dirección empresarial de la Siam decidió realizar cambios. Impulsando dos líneas básicas de política: fabricar máquinas que requirieran ingenieros y obreros calificados, con los que contaba Avellaneda y que muchos competidores no poseían y trabajar con licencias concedidas por compañías extranjeras de primera categoría, en lugar de arriesgar los costos y las demoras de la experimentación.
Por otro lado, comenzaron a buscar nuevos productos que debían ser introducidos al mercado para subir las ventas a un punto tal al que se pudieran pagar los prestamos con los bancos.
De este modo, SIAM fue introduciendo para los años 1932 y 1933 nuevos productos como la línea de bombeadores de agua para uso domiciliario y la de los equipos de refrigeración.
El modelo de los bombeadores de agua fue implementado en 1933 luego de adaptar una bomba de origen italiano que poseía la capacidad de elevar grandes cantidades de agua a pocos metros de altura. Esta propuesta trajo como consecuencia un considerable aumento en la producción de la empresa.
Pero fue, sin duda, la producción masiva de heladeras la que permitió a la Siam dejar atrás los tiempos de crisis económica y despegar como una importante empresa local e internacional.
La idea de fabricar heladeras vino luego de estudiar las estadísticas de comercialización de estas en los países más avanzados industrialmente, Di Tella y Guido Clutterbuck (mano derecha del italiano en SIAM) creyeron que un éxito así también podía ser obtenido en Argentina.
La venta de heladeras domésticas requería un sistema de comercialización muy extendido, lo cual llevó a la organización de concesionarios,
debido a que todos los productos demandaban la instalación y la atención mecánica. Entre 1932 y 1936 se experimentaron diversos modelos no
del todo satisfactorios, hasta que en marzo de 1937 se estableció un acuerdo con la empresa estadounidense Nash-Kelvinator, que suministraría planos y piezas de difícil fabricación en la Argentina.
También a partir de 1936 el gobierno del general Agustín P. Justo abolió las restricciones impuestas a la actividad de YPF, lo que significó la reanudación de las compras de surtidores y equipos para estaciones de servicio. Esto llevó a firmar otro acuerdo con Wayne Pump, por medio del cual SIAM se convertía en su representante en Argentina, Chile y Uruguay, situación que permitió que en 1937 la crisis de la empresa estuviera superada definitivamente e iniciara un nuevo período de expansión privilegiando, ahora, la inversión en las heladeras para el hogar.
El acuerdo con la empresa Kelvinator establecía que Siam adquiriría de la compañía estadounidense todas las piezas para la fabricación de heladeras, salvo algunas excepciones previamente acordadas. Durante el primer año de vigencia de este contrato, la producción experimentó un incremento superior al doble. Si bien aún no se trataba de una auténtica producción en masa, entendida como una línea de ensamblaje con sistemas transportadores en movimiento y una clara división del trabajo, el avance representó el éxito del proyecto de producción y comercialización de heladeras mecánicas.
Entre las décadas de 1930 y 1940, se registró un notable aumento en las ventas. Para 1932, los surtidores y las máquinas de panadería constituían el 62% de las ventas totales, mientras que entre agosto de 1937 y abril de 1938, las heladeras pasaron a representar el 70% del volumen total de ventas. Por primera vez, una empresa de capitales locales lograba fabricar con éxito bienes de consumo complejos en una escala comparable a los estándares estadounidenses de producción en masa.
El crecimiento de Siam reflejaba en parte la mejora de la economía mundial a partir de 1935; de hecho, entre 1936 y 1938, la empresa se expandió más rápidamente que cualquier otra industria en Argentina.
Para 1938, la producción de bienes de consumo, como las heladeras domésticas, se basaba en una operación mixta, combinando la fabricación de algunas piezas y el ensamblaje de otras, principalmente provenientes de Estados Unidos. En abril de 1940, la producción de heladeras alcanzó un récord de más de 8,000 unidades. Sin embargo, a principios de 1940, cambios en la política empresarial de Kelvinator llevaron a Di Tella a romper su contrato con ellos. En agosto de 1940, Siam firmó un acuerdo con Westinghouse Company, marcando una nueva etapa en la producción y venta de artículos de consumo. A partir de entonces, SIAM se destacó por implementar un control más riguroso de la producción y supervisión de los procesos de trabajo, lo que resultó en un aumento significativo en la productividad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el corte de importaciones desde Europa y las restricciones desde los Estados Unidos, hicieron que YPF, la petrolera estatal, dependiera cada vez más de SIAM. En esos tiempos, la empresa comenzó la conversión a coque, producido a partir del carbón de petróleo traído de Río Turbio y Mendoza. Seis hornos fueron instalados en Avellaneda y para 1945, YPF no sólo era autosuficiente sino que vendía coque en el mercado.
Para proporcionar material para los pedidos de YPF y las heladeras, Di Tella experimentó con la fabricación de acero durante la guerra. Compró las aleaciones necesarias en los Estados Unidos y obtuvo chatarra de hierro dondequiera que pudiera encontrarla. A pesar de los inevitables inconvenientes mutuos, SIAM continuó suministrando a YPF la mayor parte de su equipo fabricado localmente durante toda la guerra. Esto fue un factor importante para mantener la producción de petróleo de Argentina durante esos años. Sin embargo, después de 1945, los problemas de intercambio llevaron a YPF a comprar sus máquinas en el mercado europeo hasta finales de la década de 1950.
Visión social de Di Tella
Torcuato Di Tella se destacó no solo por su visión industrial, sino también por implementar un innovador sistema de seguridad social en su empresa, Siam, durante la década de 1930. Inspirado en modelos internacionales, estableció un conjunto de beneficios para garantizar la estabilidad y el bienestar de sus empleados.
Hacia 1934 establece un programa de asistencia social administrado por la empresa. Quienes tenían más de un año de antigüedad recibían su salario durante tres meses en caso de enfermedad, mientras que aquellos con más de diez años lo percibían durante seis meses. Además, los empleados tenían garantizado su puesto por quince meses tras una licencia médica, o por dieciocho meses si tenían más de diez años de servicio. También se estableció un sistema de compensación por despido y un regalo de bodas para los empleados. Di Tella comparaba su sistema de beneficios laborales con la ley de seguridad social implementada en Estados Unidos en 1935.
En 1942, Di Tella abrió una escuela de entrenamiento industrial bajo la dirección del ingeniero Pedro Echarte. La escuela ofrecía además del entrenamiento práctico necesario, un curso en historia argentina. La escuela fue valiosa no solo para la formación de trabajadores calificados y técnicos menores, sino también para educar a los miembros de las agencias de servicios. Di Tella también fue activo en la promoción de las escuelas vocacionales públicas que aparecieron poco después. Un año antes, Di Tella había creado el Club Siam, que era un establecimiento de recreación para los empleados de la empresa.
Di Tella en la política y el surgimiento de Perón
Fuera del ámbito industrial, Di Tella fue un decidido antifascista, ayudando a las victimas del fascismo en Italia e impulsando la oposición al régimen de Benito Mussolini desde el movimiento conocido como Italia Libre, iniciado en 1938.
En 1942, a través de diputados nacionales amigos, Di Tella presentó dos proyectos de ley de protección social y legislación del trabajo: la Ley de Seguro Social Obrero y de Asignaciones Familiares.
Desde 1933 Di Tella pertenecía a la directiva de la Cámara Metalúrgica de la Unión Industrial Argentina. En 1939 fue designado representante patronal a la conferencia de la Organización Internacional del Trabajo. En 1944 fue designado profesor adjunto de la materia Organización Industrial, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, donde cada tanto daba alguna clase y tomaba exámenes. También en esos años entró en el Jockey Club.
En el sector político también comenzaría a influir Di Tella, consiguiendo que en 1941 la Unión Industrial Argentina (UIA) autorizará la formación de un Instituto de Estudios y Conferencias Industriales con el objetivo de promover una política industrial y además asegurar el respeto al régimen democrático por parte de las fuerzas influyentes en el país. Con esa propuesta se unieron al instituto algunos hombres destacados como Carlos Saavedra Lamas (a quien Di Tella pensaba como presidente de la República en un futuro) y en el sector económico del mismo ingresaron el economistas de la talla de Alejandro Bunge y Ricardo Ortiz. Además de militares como el coronel Manuel Savio, fundador de Fabricaciones Militares y amigo personal de Di Tella.
En marzo de 1943, a su regreso de un viaje a los Estados Unidos, Di Tella proponía la reconciliación con los Estados Unidos, debido a la necesidad del país de conseguir materiales industriales que solo ellos podían dar, la entrada de la Argentina en el bloque de las Naciones Aliadas y la ruptura de relaciones con los países del Eje. Cuando se produjo el golpe de 1943, Di Tella sintió hacia él un fuerte rechazo.
Durante el régimen militar de Farrell, en 1944, se formó el Consejo Nacional de Posguerra, con la tarea de planificar la acción económica necesaria para evitar los trastornos previsibles con el retorno a la paz. Di Tella fue invitado a participar en ese Consejo, y efectivamente concurrió a sus reuniones, pero se mantuvo reticente de participar en los equipos gobernantes debido a su oposición al gobierno.
Cuando se celebró la liberación de París en agosto de 1945, y luego la Marcha de la Constitución y la Libertad en septiembre, Di Tella se identificó totalmente con el movimiento, aunque no estaba en el país durante el segundo de estos acontecimientos.
En una entrevista al diario La Nación del 17 de octubre de 1945, Di Tella, desde el Reino Unido, criticó fuertemente a Perón y al gobierno militar de Farrell bajo acusaciones de ser fascistas.
Algunos días después, el diario peronista La Época dirigido por el antiguo yrigoyenista Eduardo Colom, sentenciaba: “Don Torcuato Di Tella sabrá mucho de heladeras pero poco de nuestro pueblo”.
A partir de ese momento, Di Tella no volvió a opinar sobre la situación política del país pero siguió con sus aportes financieros al Partido Socialista, utilizando a su sobrino Torcuato Sozio como intermediario para llevar valijas llenas de billetes a los dirigentes Adolfo Dickmann y Juan Antonio Solari. Esa era su manera de apoyar la campaña de la Unión Democrática.
Durante el gobierno peronista
Luego de la victoria de Perón en 1946, se le fue ofrecido el cargo de Secretario de Industria, a través del técnico español José Figuerola, pero Di Tella no lo aceptó.
A partir de 1946, SIAM inició un período de expansión significativo, beneficiándose de un entorno proteccionista y un tipo de cambio oficial muy favorable para las importaciones. A pesar de este impulso, la empresa seguía enfrentando problemas con la escasez de componentes importados necesarios para la producción de heladeras domésticas. Además, el mercado laboral post-Segunda Guerra Mundial estaba marcado por la escasez de empleados competentes y una alta rotación de personal, especialmente en el caso de ingenieros y técnicos, quienes eran atraídos por las oportunidades de establecerse de manera independiente.
Desde 1929, Di Tella había promovido la flexibilidad e innovación en la producción, adaptándose rápidamente a las demandas del mercado. Durante esta etapa, SIAM lanzó nuevos productos, como heladeras a querosene para viviendas sin electricidad y lavarropas para aquellas que sí contaban con energía eléctrica. Estos nuevos productos surgieron tras contratos con Electrolux de Suecia y Hoover. La empresa siempre buscaba nuevos productos y procesos que pudiera primero distribuir y luego fabricar internamente. En 1947, SIAM recibió un contrato de la Aeronáutica Argentina para fabricar dispositivos hidráulicos para trenes de aterrizaje de aviones, lo que llevó a la producción a gran escala de estos componentes.
Di Tella también contempló la fabricación de caños para gasoductos y oleoductos, pero la falta de maquinaria importada detuvo el proyecto hasta la reanudación del comercio internacional. Para abordar este desafío, consultó con expertos norteamericanos y contactó al ingeniero Agostino Rocca de la firma Innocenti de Milán durante un extenso viaje a Estados Unidos y Europa en el primavera de 1947. Aunque inicialmente interesado en el proceso de producción de caños sin costura, Di Tella fue persuadido por los consultores sobre las dificultades del proceso y optó por el sistema norteamericano Yoder. Para este fin, creó una nueva empresa, la Sociedad Industrial Argentina de Tubos de Acero (SIAT), con capital dividido entre su familia, SIAM y el Instituto Mixto de Inversiones Inmobiliarias, una dependencia del Banco Central. Aunque confiaba en que la expansión de YPF y Gas del Estado justificaría la inversión, estas expectativas se cumplieron solo después de su fallecimiento.
Para 1948, SIAM había comenzado a producir grandes cantidades de lavarropas eléctricos, planchas y ventiladores. Sin embargo, la prosperidad de la empresa seguía dependiendo de los mismos productos que habían marcado su auge en la década anterior: heladeras, bombeadores y motores eléctricos.
Últimos años y fallecimiento
Al volver de su viaje por Estados Unidos y Europa en la primavera de 1947, Di Tella organizó al equipo que lo iba a relevar en algunas de sus funciones directivas en la empresa ya que las presiones políticas sobre su persona, debido a los pedidos de fondos por parte del gobierno nacional como del hostigamiento sindical en la fábrica eran demasiado para su persona. El equipo que comenzó a adoptar muchas de las tareas de Di Tella estaba compuesto por las personas de su más cercano círculo, ellos eran Guido Clutterbuck, Antonio Sudiero y su sobrino Torcuato Sozio (quien afín al peronismo ocupó algunas funciones públicas durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón).
En enero de 1948 realizó su último viaje por los Estados Unidos, al poco tiempo de regresar a Buenos Aires, Di Tella sufrió un derrame cerebral con hemiplejia y afasia. Después de algunos meses de tratamiento para su recuperación, terminaría falleciendo el 22 de julio de 1948.
Para 1948, SIAM se había consolidado firmemente en la economía argentina. Con un volumen de ventas anual de sesenta millones de pesos, equivalente a casi quince millones de dólares estadounidenses, la empresa se había convertido en el mayor fabricante de maquinaria general en Sudamérica.
Di Tella y su legado sobre la industria nacional
A la muerte de Torcuato Di Tella, ya se habían establecido las principales líneas de desarrollo de SIAM para los siguientes años, y los directivos de la empresa en 1960 afirmaban que estaban llevando a cabo planes que Di Tella había previsto meses antes de su muerte. Gracias a la incansable búsqueda de Di Tella por nuevos productos para ensamblar y fabricar en Argentina, SIAM fue capaz de adaptarse a las variaciones en las necesidades de la economía nacional, ajustando su enfoque tanto hacia bienes de producción como de consumo según la demanda. Asimismo, SIAM tenía la capacidad de importar o fabricar su extensa gama de equipos, con una tendencia creciente hacia la producción local. Al construir esta posición dominante en la industria manufacturera argentina, Di Tella se destacó como uno de los líderes más influyentes en la industrialización del país. La evolución en el nivel de desarrollo y autosuficiencia industrial en Argentina entre 1925 y 1948 se reflejaba claramente en los motores, bombas, tuberías y dispositivos eléctricos domésticos que SIAM había fabricado y ofrecido al mercado.
El legado de Torcuato Di Tella es significativo. No solo fundó una de las empresas más influyentes del país, sino que también sentó las bases para el desarrollo industrial de Argentina. Di Tella debe ser recordado no solo como un exitoso empresario, sino como un pionero de la industrialización en Argentina, cuyo trabajo contribuyó a la transformación de la economía nacional en un período crucial de la historia argentina.