2003: Una bomba asesina una cultura institucional de las relaciones Internacionales

2003: Una bomba asesina una cultura institucional de las relaciones Internacionales

Artículo escrito el 14 de julio de 2020

En la tarde del 19 de agosto del 2003, un camión Kamaz rebosante de explosivos se estrelló contra el hotel Canal de Bagdad, matando a al menos 22 personas. El hotel en cuestión servía como base para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Irak, durante su Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak (UNAMI, por sus siglas en inglés). La UNAMI fue establecida el 14 de agosto del 2003 mediante la resolución 1500 del Consejo de Seguridad (UNSC sig. ing.) siguiendo la invasión del país liderada por EE. UU. que exitosamente derrocó al régimen de Saddam Hussein.

El objetivo de la UNAMI fue el de asistir al gobierno provisional iraquí en la reconstrucción del país, así como su transición a la democracia. El entonces Secretario General, Kofi Annan, escogió para liderar la misión a Sergio Vieira De Mello, diplomático con más de 30 años de experiencia en acciones humanitarias de la ONU. El nombramiento de Sergio no fue casual, el brasilero contaba con enorme veteranía en reconstruir sociedades desgarradas por la guerra en lugares como Kosovo, Sudán, Mozambique o Bangladesh.

El ataque del 19 de agosto fue confirmado como un ataque suicida, cuya responsabilidad fue reclamada por el grupo yihadista Yama’at al-Tawhid wal-Yihad, o Yama’at, cuyos líderes declararon a Sergio como principal objetivo. Pero ¿Cómo llego un hombre como Sergio a la mira de un grupo fundamentalista islámico? Y, máxime, ¿Por qué es tan relevante la muerte de Sergio para la cooperación internacional? Las respuestas a estas y otras preguntas radican indudablemente en la propia carrera de De Mello con las Naciones Unidas.

El Vasco da Gama del siglo XX

Sergio Vieira De Mello nació el 15 de marzo de 1948 en Rio de Janeiro, hijo del diplomático Arnaldo Vieira De Mello. Ya que su familia siguió al padre en sus misiones, el joven Sergio vivió en diversos lugares como Buenos Aires, Beirut o Génova durante su juventud. Comenzó sus estudios de filosofía en Río, pero rápidamente se transfirió a París, donde luego obtuvo dos doctorados. En 1969, las intenciones de Sergio de volver a Brasil se vieron frustradas debido a una carta escrita por él, publicada en un periódico de izquierdas, volviendolo un claro blanco para el régimen militar que gobernaba Brasil en el momento. Así, se mudó a Geneva, donde consiguió su primer trabajo como editor en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, iniciando así su larga e intensa carrera en la ONU. Sus primeras misiones en el campo fueron de socorro a refugiados en Bangladesh en 1971 y Sudán en 1972. Sergio permaneció trabajando en numerosas misiones de paz en distintas regiones del globo. El ápice de su carrera fue posiblemente cuando lideró la Administración de Transición de las Naciones Unidas para Timor-Leste (UNTAET).

En 1975, el territorio portugués de Timor-Leste declaro su independencia y fue inmediatamente ocupado por su vecina Indonesia, acción que fue ipso facto condenada por el UNSC. Le siguió un periodo de violencia generalizada entre diversas facciones tanto en favor como en contra del dominio extranjero. El régimen indonesio sometió a la población local a diversas masacres y hambrunas sistemáticas, así como también se reportaron casos de tortura, esclavitud sexual y ejecuciones arbitrarias. Se estima que hubo entre 90.800 y 202.600 víctimas timorenses durante la ocupación, esto en un territorio con menos de un millón de habitantes. Para 1999, luego de un plebiscito que favorecía rotundamente la independencia, las fuerzas indonesias cedieron a la enorme presión internacional y abandonaron el territorio, no sin antes destruir la mayor parte de la infraestructura del país. Con Timor-Leste en ruinas, la ONU estableció el 25 de octubre de 1999 la UNTAET para actuar como gobierno provisional en la transición hacia la independencia, y se nombró a De Mello para liderarla. Para el 20 de mayo de 2002, nacía la primera nación del nuevo milenio. El haber llevado a una nación desde las ruinas hasta una democracia estable en poco menos de cuatro años le obsequió a Sergio y a su equipo una importante alabanza internacional.

De Copacabana para el mundo

El caso de Timor-Leste no solo hizo visibles las habilidades diplomáticas de Sergio a una audiencia incluso ajena a los asuntos internacionales, sino que comenzó a consolidar el rol de las Naciones Unidas en la cooperación internacional del nuevo milenio. Desde principios de los 90 se estaban llevando a cabo misiones donde la ONU actuaba como administrador directo o indirecto, las llamadas “misiones políticas”, Camboya en 1992, Haití en 1993 y Kosovo en 1999. La ONU se demostró modestamente eficaz para ser no solo un medio para llevar a las naciones al diálogo, sino también como una organización independiente capaz de intervenir activamente en los conflictos y, en varios casos, lograr resolverlos de manera pacífica. Como es de esperar, la ONU de los 90 estuvo asaz lejos de ser perfecta, en eficacia, e incluso en imparcialidad; la misión de Kosovo de 1999 continúa hasta el día de hoy, y en Haití, fue necesario volver dos veces para ayudar a la policía a mantener el orden. A pesar de sus tachas, las Naciones Unidas son la mejor opción que la comunidad internacional ha tenido como mediador, y está claro que sus resultados, siquiera los más desfavorables, son más deseables que dejar a los países a su suerte en su proceso de reconstrucción y recuperación. Podemos tomar como ejemplo el genocidio en Ruanda, que, en las palabras del propio Kofi Annan, “nos ha demostrado qué terribles pueden ser las consecuencias de la inacción frente al asesinato de masas”.

Sentencia de muerte

El éxito timorense también hizo que Sergio sea la opción más lógica para liderar la UNAMI en Irak. Pero el brasilero había pasado un detalle por alto, ignoró una variable que luego culminaría en su trágico final. Si bien el triunfo en Timor fue festejado por muchos, para Abu Musab al Zarqaui, líder del Yama’at, se trató de una catástrofe. Según Zarqaui, la independencia de Timor-Leste se trataba de una usurpación ilegítima de territorio del califato islámico; Indonesia es el país con la mayor población musulmana del mundo. Con esto, Sergio se volvió un blanco del Yama’at antes incluso de pisar Irak, y el atentado del 19 de agosto tenía como objetivo primordial su asesinato, de hecho, el camión se dirigió directamente hacia el lado del hotel donde se encontraba su oficina, y explotó justo debajo de la misma. La misión en Timor no fue la única motivación del Yama’at para atacar a la ONU. Muchas organizaciones yihadistas avillanaron a la organización desde el establecimiento del Estado de Israel, y el mismo Zarqaui la ha llamado despectivamente “los protectores de los judíos”.

Punto de inflexión

El atentado al hotel Canal y la muerte de Sergio representaron un antes y un después para las misiones humanitarias de la ONU. Luego del ataque, Kofi Annan (el ex Secretario General de las Naciones Unidas, galardonado con el Premio Nobel de la paz) declaró que los esfuerzos de la organización para reconstruir Irak no cesarían, sin embargo, tan solo algunos iraquíes permanecieron en el territorio, mientras que los expatriados fueron reubicados a Amán, desde donde continuaron el trabajo remotamente. A partir del 19 de agosto del 2003, la viabilidad de las misiones políticas fue puesta en duda por varios funcionarios de la ONU, alegando que estas son muy intrusivas y que van en contra del principio de soberanía nacional.

Independientemente de la de facto viabilidad de este tipo de misiones, al observar la línea de tiempo de las labores de la ONU posteriores a 2003, podemos ver que estas últimas se limitan a actividades banales (monitorear ceses de fuego, asistir a gobiernos en tareas específicas, auxiliar refugiados, entre otras) en comparación con la tendencia que se había comenzado a desarrollar a partir de los años 90.

Una bomba mató al jefe de la ONU en Irak, pero eso no fue todo. Consigo murió una idea, que sigue sin resucitar. La idea de que es posible poseer un órgano supranacional capaz de mediar acuerdos internacionales sin representar ningún interés nacional. La idea de que es factible gozar de una entidad competente para llegar a una síntesis a partir de las tesis de ciertas naciones y las antítesis de otras. El atentado acabó con el prematuro nuevo capítulo de la ONU. La historia de Sergio es también la historia del ascenso de la nueva Naciones Unidas y de su espectacular caída. El 19 de agosto se celebra el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, para honrar a todos los que dedican sus vidas a socorrer a aquellos que más sufren, y para recordarnos que aún existe esperanza de un renacimiento del nuevo capítulo, uno con las características que el propio Sergio utilizaba para definir la paz: Igualdade, dignidade, segurança e direitos humanos (Igualdad, dignidad, seguridad y derechos humanos).